jueves, 15 de octubre de 2009

La Borinqueña

Esta poesía despierta la lucha por la libertad y la independencia absoluta de nuestra patria. Es un llamado patriótico a los ciudadanos a que despierten de una vez y por todas. Que se unan y recopilen todos los recursos disponibles para romper con las cadenas de una vez y por todas. Si durante el grito de Lares no se pudo lograr, ahora es nuestra oportunidad. Exalta la intolerancia ante el yugo que ha sido impuesto por tantos años. Solo a través de la libertad podremos cantar “La Borinqueña” en paz. Entonces hondará nuestra bandera por todos los picos de las montañas de nuestra isla. Lola nos presenta el resurgir del patriotismo en su máximo esplendor. Para obtener la libertad de la patria hay que luchar. Y solo unidos como puertorriqueños podremos lograrlo. Todos debemos despertar antes de que sea muy tarde. Si Cuba logró su independencia alzando sus machetes, por qué no podemos los puertorriqueños lograr lo mismo. La pobre Lola nunca vió su sueño realidad.

El Ruiseñor

Francisco Gonzalo hace referencia a la libertad de Puerto Rico a través del ruiseñor. Mientras el ruiseñor es libre, nos deleita con su presencia y su canto. Al ponerlo en una jaula, restringimos su libertad y se muere de rabia por escapar y recuperar esa esencia que solo puede obtener y legitimizar siendo libre, sin restricciones e imposiciones. El autor incita al puertorriqueño a auto evaluarse y examinarse. A determinar si está dispuesto a vivir enjaulado y encarcelado por el resto de su vida. Lo invita a despertar y recapacitar para entonces optar por la rebelión si fuera necesario.

Hay que reflexionar para darse cuenta que hay que sentirse enjaulado para morir de rabia. Y esa rabia es la única que nos puede alentar a tomar la decisión de basta ya. Es a través del reflejo de nuestro ruiseñor enjaulado que podemos añorar y luchar por nuestra libertad. Al autor solo le falta gritar “viva Puerto Rico libre”.

A Puerto Rico (Regreso)

Este poema es muy parecido al de Ausencia, solo que ahora se dislumbra el regreso a la patria añorada. Lo primero que se contempla al regresar son las características naturales de la isla ya antes mencionadas. Se destacan la bruma del mar, el cielo, las montañas, etc. Cuando el autor describe a San Juan cerrada en su blanco muro, me remonté inmediatamente a la canción “En mi Viejo San Juan”.

Un detalle que me pareció interesante es que el autor nos describe el panorama visual del regreso a la isla de acuerdo a los dos modos de transportación disponibles para regresar a ella. En la primera estrofa, el autor aparenta indicarnos que se está regresando por avión: “que entre nubes de carmín, del horizonte al confín, ya la tierra a ver se alcanza”. En la tercera estrofa, se está regresando por mar: “ya se va diafanizando de la mar la espesa bruma; el buque sigue avanzando, y va la tierra brotando como Venus de la espuma”.

El autor vuelve a recalcar lo importante que es dejar a la isla para poder compararla y extrañarla. Es esta comparación la que provoca esa llama intensa de ese amor romántico por la patria. Ese amor conlleva lágrimas, cantos y alabanzas, besos, inspiración, pensamientos, sentimientos profundos… En la patria siempre queda el alma y el corazón. Me encanta la expresión “la perla de las Antillas”. Es como si suponiera que aunque no sea la más extensa de las antillas en territorio, sin duda alguna es la más valiosa para el puertorriqueño que regresa a su isla.

A Puerto Rico (Ausencia)

En esta poesía romántica podemos apreciar el amor intenso hacia la patria. Resalta el hecho de que hay que estar lejos de la patria para poder verdaderamente apreciarla, extrañarla y añorarla. Mientras más lejos nos encontramos de ella, más deseamos estar en ella. Mientras más tiempo estamos fuera, más aprendemos a valorar a nuestra isla. A través de los cinco sentidos revivimos las experiencias únicas que solo podemos experimentar cuando estamos en su presencia. Y al no poder estar presente, utilizamos nuestras mentes para transportarnos a aquellas imágenes y vivencias que llevamos guardadas por siempre en el alma y en el corazón. El amor por nuestra patria es profundo, y al no poder estar ahí, hasta envidiamos a los que en ese momento tienen la dicha de disfrutarla.

Para mi ha sido muy interesante realizar que en esta poesía, al igual que en muchas otras dedicadas a Puerto Rico, no podía faltar la exaltación a la belleza del paisaje natural de nuestra isla. Siempre se hace referencia al mar y a sus playas, los palmares, las montañas, las colinas, las aves, etc. Cuando vivimos en climas fríos e inhóspitos es que realmente podemos apreciar lo que nos ofrece el paraíso tropical de nuestra hermosa isla.

El Puertorriqueño

En esta corta poesía Manuel Alonso nos describe lo que según el debe ser una buena copia del puertorriqueño. Esto es solo una versión de lo que podría ser la imagen de un puertorriqueño. Esta poesía hay que tomarla en cuenta desde el año en que fué escrita, de lo contrario no haría mucho sentido. El puertorriqueño ha cambiado drásticamente a través de todos los cambios políticos, históricos y sociales.

El autor incorpora tanto el aspecto físico como el de los valores de la personalidad puertorriqueña. Barba negra? Semblante pálido? Nariz proporcionada? Hoy en día ya son pocos los hombres que llevan barba, y los que tienen semblante pálido son la minoría. Y ni hablar de la nariz. ¿Qué significa proporcionada? Con todos los tipos de narices que hay aquí me parece difícil recalcar que todas las narices sean proporcionadas. En cuanto a humano, afable, justo y dadivoso, habría que examinar de lleno como han cambiado los valores puertorriqueños. En lo único que estoy de acuerdo es en que pienso que en general el puertorriqueño se siente muy orgulloso de su patria, disfruta la vida, y goza de los placeres cotidianos.

Ay ay ay de la grifa negra

En esta poesía Julia de Burgos nos presenta la evolución de la raza como identidad puertorriqueña. Primero nos presenta a la esclava africana como negra pura, y su identidad personal con esta raza. Describe la negrura como elemento físico plasmado en el pelo, los labios y la nariz, pero sobre todo en el color de la piel. Al principio nos muestra esa identidad negra que en sus comienzos era una raza pura.

También relaciona la raza negra con la esclavitud, vinculando a su abuelo como esclavo que fue literalmente vendido por dinero. Julia critica vehemente la esclavitud de una manera muy humana. Nos dice que si la raza negra hubiese sido la de los amos, se sentiría avergonzada y sin conciencia.

Luego nos muestra la evolución de la raza puertorriqueña a través de la historia, la fusión inevitable de la raza negra con la blanca: el mulato. Julia describe a la nueva raza como trigueña, que ha venido a ser la manera de describir a aquellos puertorriqueños que presentan ese fabuloso tono de piel que se encuentra en algún espectro de un arco iris con dos extremos: uno negro y uno blanco. Julia finalmente acepta la nueva raza y en esencia la exalta y la glorifica como la nueva realidad de América. Es como si nos señalara que ya se rompieron las barreras y no hay vuelta hacia atrás, que la fusión es inevitable, que ya es parte de nuestra realidad y de una nueva visión, que debemos aceptarla con alegría y orgullo, y que debemos divulgarla a los cuatro vientos. El anuncio es claro, ha nacido una nueva raza, y con ella nace el puertorriqueño. ¡Que viva Borinquen bella!

El Ahogamiento de Salcedo

Gonzalo Fernández nos presenta el personaje del indio taíno ante la colonización española. Los taínos creían que los españoles, por ser cristianos, eran inmortales. Tal era esa creencia que aún tres días después del ahogamiento del español Salcedo en el río, los indígenas todavía tenían esperanzas de que despertara. El cacique envió a uno de los suyos a ver si todavía se encontraba muerto. Vemos la incredibilidad del cacique ante tal acontecimiento. Como dice el dicho: “ver para creer”. Finalmente, el cacique tuvo que ir personalmente para confirmarlo. Aunque esta crónica data del mil quinientos algo, aún así me parece un poco fantasiosa. Puedo entender que los taínos no conocían otras razas de humanos hasta la colonización. Pero ellos conocían muy bien su mortalidad, y por lo tanto se me hace un poco difícil aceptar el que ellos no hayan podido asimilar la realidad de que los españoles, por ser humanos, eran tan mortales como ellos. Por otro lado, hay que entender que los taínos probablemente se encontraban sorprendidos ante los adelantos y los conocimientos que habían traído los españoles, y quizás por eso asumieron que eran inmortales. Se me hace muy difícil aceptar que el cristianismo haya sido la base para que los indígenas pensaran que los colonizadores eran inmortales. No debe haber sido fácil para los taínos aceptar el cristianismo después de una vida entera acostumbrados a alabar a múltiples dioses. Pienso que veían a los españoles como seres superiores por sus adelantos científicos y tecnológicos.