domingo, 27 de septiembre de 2009

En el fondo del caño hay un negrito

Este cuento nos relata el diario vivir y la vida cotidiana del puertorriqueño de la época de la industrialización. Nos presenta la migración del campo al arrabal de la ciudad. Nos habla sobre la pobreza extrema y la lucha diaria por la sobrevivencia. Nos presenta al puertorriqueño en la pobreza extrema donde no había ni tan siquiera café y al bebé solo podían darle un tecesito de hojas de guanabana de vez en cuando. El padre salía todos los días a ver que trabajo encontraba, sin nada fijo. De vez en cuando ahogaba sus penas con alcohol, que es algo muy común en la cultura puertorriqueña de todos los tiempos. Un dato curioso es que se podía descifrar el orden en que habían migrado los habitantes del arrabal de acuerdo a la localización de sus casuchas. Los primeros inmigrantes tuvieron la oportunidad de escoger los mejores espacios, que eran más secos y más cercanos a la orilla. Según iban llegando las nuevas familias, se iban adentrando más en el agua. La familia que nos presenta el autor obviamente se acababa de mudar hacía unos días y se ubicaba en localización honda, tan es así que necesitaban de un bote para llegar a la orilla.

También podemos ver como son juzgados a través de las miradas de los personajes que pasan por la carretera y el puente. Todos se quedan mirando las casuchas del caño. Y no tienen ni que hablar, pues con sus miradas penetrantes transmites sus pensamientos de desaprobación y disgusto.

En cuanto al negrito el autor nos presenta a un bebé que gatea hasta la puerta de su casa y cuando mira hacia abajo se cree que está viendo a otro negrito. Al final del cuento el negrito se ahoga al tirarse al agua buscando a su amiguito que no era sino su propio reflejo en el agua. Pobre del bebé que realmente no tenía muchas opciones. Vivía en una vivienda inapropiada que no le proporcionaba ningún tipo de seguridad. Y los padres parece que tampoco se ocupaban mucho de él ni lo velaban constantemente. En su hogar no encontraba mucha felicidad, sin embargo, el negrito en el fondo del caño nunca le fallaba y siempre le sonreía...

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